jueves, 25 de marzo de 2010

Vendavales y tornados siembran terror en Atlántico: 43 en 10 años

Fuente: EL HERALDO
Marzo 18 de 2010
Por TATIANA VELÁSQUEZ y KARINA GONZÁLEZ

Judith del Carmen De la Hoz perdió lo poco que tenía el pasado 22 de mayo después de que un tornado se ensañó contra cinco barrios céntricos de Soledad. El fenómeno dejó una persona muerta y 17 heridas, dos instituciones educativas destechadas, 2.065 damnificados y 413 viviendas averiadas.
De la casa de madera que el marido de Judith construyó, y que habitaban siete personas, nada quedó. Las camas, colchonetas, ropa y utensilios de cocina terminaron regados por todas partes.

La Administración Municipal entregó la totalidad de los materiales de construcción a los hogares afectados. Judith ha vuelto a sentirse en calma con cada bloque y lámina de asbesto porque su morada comienza a tomar forma nuevamente. Sin embargo, ella y su marido, desempleados desde hace tiempo, tendrán que comenzar de cero para amoblar su hogar.
Con el del mes pasado, este municipio atlanticense suma nueve vendavales y un tornado en menos de una década, según registros del Sistema Nacional para la Atención y Prevención de Desastres (Sigpad).
Sin embargo, el fenómeno más reciente que se presentó en el Atlántico fue el vendaval del 3 de junio pasado que azotó Polonuevo. Decenas de árboles en el suelo y encima de paredillas, dos postes de energía derribados, 55 viviendas afectadas y 275 personas damnificadas se convirtieron en el saldo de este suceso, nunca antes registrado en el Municipio.
Los habitantes del Atlántico están desconcertados y se preguntan qué está pasando con el clima del Departamento. Estadísticas del Sigpad muestran el aumento progresivo de estos fenómenos: en 1999 solo se presentó un vendaval en Barranquilla mientras que en 2004 hubo ocho, en 2006 otros seis, incluyendo el tornado que golpeó 24 barrios de Barranquilla, y en 2007, nueve. El que en solo cinco meses y dos semanas de 2008 se hayan presentado cuatro fenómenos en el Atlántico prende las alarmas.

Para el meteorólogo Max Henríquez, el tornado que ocurrió en Barranquilla el 15 de septiembre de 2006 marcó un hito en la historia meteorológica del país, porque se suponía que esta zona geográfica era ajena a este tipo de fenómenos.
En su momento, Henríquez también dijo que lo que sí son usuales en el Caribe son los fuertes aguaceros con características de vendaval, sobre todo entre mayo y octubre, cuando los vientos alisios se debilitan lo suficiente para permitir que los termómetros suban a 35ºC y más.
“El aire seco y muy caliente sobre la ciudad se junta con aire húmedo y más fresco proveniente del mar, del río y de la ciénaga (Grande de Santa Marta). Lo que causa la formación de unas superceldas de cumulonimbus (nubes). Estas causan tormentas y vendavales, y desde hace tres años, tornados”, manifestó.
¿CON LOS CALZONES ABAJO?
Desde 1999, tres han sido las víctimas fatales y 73 los lesionados que han dejado los vendavales y tornados en el Atlántico. Además, 51.617 personas han resultado damnificadas, lo que equivale a 9.877 familias
En cuanto a los daños materiales, 9.134 casas terminaron averiadas y 411 destruidas, 19 centros educativos perjudicados y 18 locales comerciales con daños severos.
Soledad ha sido la población más afectada, generalmente con las mismas zonas: los barrios Soledad 2.000, Manuela Beltrán, el área de ‘Las Villas’ (Suroccidente), Salamanca, Santa Inés, El Río e Hipódromo, entre otros. A este Municipio le sigue Barranquilla, con siete vendavales y un tornado.
La secretaria de Gestión Social de Soledad, Clarena Pérez, reconoció que las labores preventivas actuales no están dirigidas a estos fenómenos.
“Los tornados nos toman de improvisto. Para lo que sí nos estamos preparando es para la inundación de las islas y los alrededores del caño, ubicando albergues para la gente, entre otras acciones”, comentó.
Para atender las emergencias que se presentaron entre 1999 y 2008, el Sistema Nacional de Prevención aportó $2.321 millones aproximadamente, especialmente en materiales para la reconstrucción de las viviendas, como láminas de asbesto, tejas y bloques de cemento.
La entidad nacional ha tenido que desembolsar estos dineros ante la poca capacidad financiera de los entes territoriales. En el caso de Polonuevo, el presupuesto de la población solamente tiene asignado $22 millones en el rubro de prevención y atención de desastres para este año, incluyendo una partida de $7 millones para reubicar a damnificados de la pasada ola invernal.
“Imagínese, esta plata debe alcanzar para comprar un lote y construir las viviendas de la anterior emergencia, y para atender los pendientes de la actual”, dijo Darling Cárdenas, alcaldesa del Municipio.
Justamente para discutir la forma cómo se atienden estas emergencias en el país, la Comisión Séptima del Senado de la República convocó a un debate la semana pasada y terminó suspendiéndolo porque los funcionarios citados no respondieron los cuestionarios. Al evento estaban invitados los ministros del Interior, Carlos Holguín, y de la Protección Social, Diego Palacio, y la jefe de la Oficina de Atención y Prevención de Desastres, Luz Amanda Pulido.

En diálogo con EL HERALDO, el senador proponente, Milton Rodríguez, lamentó que no se le diera la importancia debida a este tema. Incluso afirmó que en el territorio nacional se improvisa todo el tiempo en esa materia.
“Estoy preocupado porque estamos frente a riesgos por las consecuencias del cambio climático, que pueden ser peores. Uno no ve que exista realmente una política pública en materia de prevención. Muchos de estos fenómenos son mortíferos e impredecibles, pero ya hay otros que sí son previsibles. De hecho, en otros países hay políticas públicas para prevención. Pero aquí no hay política ni para prevención ni para responder emergencias”, dijo el Congresista.
Agregó que la atención y prevención de desastres en el país no debe limitarse “a una oficina adscrita al Ministerio del Interior. Eso no es una política pública. Pero, como lamentablemente ni siquiera contestaron el cuestionario, no se pudo hacer el debate”.
Locura climática en aumento
El meteorólogo Max Henríquez manifestó que la presencia de tornados en el Atlántico es la evidencia clara del cambio climático que está sufriendo el mundo.
“Lo han dicho los expertos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, que los eventos extremos van a ser más frecuentes y que se van a extremar más los comportamientos del clima en todo el planeta”, continuó.
Henríquez aseguró también que el caso de Barranquilla es bastante delicado “ya que la ciudad tiene que prepararse antes de que sea demasiado tarde”.
Según el experto, los meteorólogos le han venido insinuando a las autoridades montar un sistema de monitoreo, seguimiento y pronóstico, que permita disponer de un plan de acción para establecer uno de contingencia.
“Hay que moverse y pronto, para no tener que lamentar desgracias sin haber hecho nada”, sentenció.
El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU fue creado en 1988 por iniciativa de la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, y tiene como misión evaluar la información científica disponible sobre el cambio climático, estimar sus impactos ambientales y socioeconómicos y trazar estrategias para dar respuestas adecuadas a este fenómeno.
¿Qué son los tornados?
De acuerdo con la Oficina de Meteorología Aeronáutica Ideam Barranquilla, la principal causa de formación de un tornado es el fuerte contraste de temperaturas entre dos masas de aire. Su intensidad será mayor en la medida en que la diferencia de temperaturas sea más amplia.
Para la misma Oficina causa sorpresa el hecho que en la ubicación geográfica en la que se encuentra el Atlántico puedan presentarse los tornados, que según los estudiosos de Meteorología solo se registran en latitudes medias, es decir, en la franja que va desde los trópicos (de Cáncer en el hemisferio Norte y de Capricornio en el hemisferio Sur) hasta los círculos polares (Ártico en el Norte y Antártico en el Sur). Por eso, son frecuentes los tornados en el centro y sur de los Estados Unidos y en algunos países de Suramérica como Argentina y Uruguay.
La acción combinada de la fuerza del viento giratorio, que puede sobrepasar los 500 kilómetros por hora, así como la diferencia de presión que ejerce un tornado en áreas muy localizadas, sumadas a las intensas lluvias y los rayos, puede llegar a ser devastador.
¿Qué son los vendavales?
Los vendavales son vientos impetuosos, que a modo de remolinos, giran a grandes círculos derribando árboles, postes, puentes, destruyendo edificaciones, arrasando cultivos y hasta causando la muerte a las personas y animales que encuentren a su paso.
Los vientos de los vendavales oscilan entre los 51 y 87 kilómetros por hora, y en la Escala de Beaufort están clasificados en tres niveles: casi vendaval o viento fuerte, vendaval y vendaval fuerte, según información divulgada por la Oficina de Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea.
Los vientos también generan las olas superficiales de los océanos. Los vendavales que soplan alrededor de los sistemas de bajas presiones generan olas de todos los tamaños y en la localidad inmediata el mar es salvaje y embravecido, a veces un peligro real hasta para los grandes y modernos barcos.
Las olas que han viajado a través de cientos, quizás miles de kilómetros a océano abierto, sin interferencias, llegan como enormes rompientes a algunas playas. Estas son las grandes olas, tan buscadas por los surfistas.

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